sábado, 18 de junio de 2011

Capitulo 3

La miré con preocupación.
Yo: ¿ Qué pasa mamá? No me asustes.
Marina[ Mi madre]: Hija, esto no te va a gustar..
Me cogió suavemente de las manos, torciendo los labios.
Yo: Suéltalo ya, mamá, déjate de rodeos.
Marina: Bueno, verás, tu padre a conseguido una oferta de trabajo fuera de la ciudad...vamos, que nos tenemos que ir de aquí.
Me levanté del sofá con brusquedad, y la miré, sintiendo como una lagrima caía lentamente por mi rostro.
Yo: Mamá, aquí esta mi vida, no me puedo ir.
Mi madre, se levantó, y posó sus manos en mis hombros, mirándome, intentando calmarme..
Marina: Hija, una oportunidad así solo se presenta una vez en la vida..
Fruncí el ceño, apreté los labios, y cerré con fuerza los puños.
Yo: Dejadme en paz, solo pensáis en vosotros, ¡estoy harta!
Aquella última la dije elevando el tono de voz, y sin querer escuchar más, corrí como una niña pequeña hacia mi cuarto, cerrando de un portazo sonoro la puerta.
Empecé a llorar desconsoladamente, tirando todas las cosas de mi escritorio con brusquedad, sin darme cuenta tiré una foto, enmarcada en un marco de cristal.
Sonó un fuerte estruendo, y el marco se hizo pedazos.
En ese momento me quería morir, aquí estaba toda mi vida, había vivido en esta ciudad  desde los 9 años.
Me senté en el suelo, apoyando mi cabeza entre mis rodillas, en silencio, mientras caían descontroladamente lagrimas por mis mejillas.
La verdad, no sé cuanto tiempo pasé así, y decidí bajar al salon.
Bajé con cuidado las escaleras, tenía la cara llena de rimel..
Era de suponer que no había nadie en la casa, el silencio era siniestro.
Estaba lloviendo a cantaros, pero a mi no me importaba nada en aquel momento, actuaba sin pensar, estaba cabreadisima, y nadie me iba a hacer entrar en razón..o eso creía.
Salí, la lluvia me caia sobre el pelo, y la ropa, empapandome por completo.
Cuando salí a la calle principal, estaba sola, completamente sola, no había ni un alma en aquellos callejones.
Me senté en el suelo mojado, sin importarme si me mojaba el pantalón.
Saqué una caja de tabaco, y saqué un cigarro.
La verdad, no solía fumar mucho, pero en algunas ocasiones me relajaba..
Empece a darle pequeñas caladas, echando el humo por la nariz, sonriendo orgullosa.
Note, como alguien estaba detrás de mi, permanecí unos minutos en silencio, mirando de reojo a aquella silueta, que se agacho susurrándome en el oído.
Desconocido: ¿ Qué hace una chica tan preciosa como tú aquí?
Me giré despacio, quedando mi nariz demasiado cerca de la de él.
En efecto, era aquel rubio con el que me tropecé el otro día y que se fue sin más.
Yo: ¿ Y a ti que coño te importa?
Esta vez expulsé el humo, echándoselo en la cara.
Desconocido: Vaya, si sigues siendo así de orgullosa te irá muy mal por la vida, pero bueno, me gustan las chicas con carácter.
Levanté una ceja divertida, y acerqué más mi nariz a la de él.
Yo: Vaya, me alegro por ti.

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